Ambivalencia

2020

En mi familia, relacionamos al caballo con la tragedia. Tenía un tío, Manuel, que quedó parapléjico por una caída de caballo, y vivió así veintitantos años. También, en el rancho de mi abuelo (materno), murió un trabajador llamado Fernando, por una caída de caballo. Su esposa e hijos siguen yendo a trabajar al rancho. Los hijos mayores le tienen pavor al caballo, pero el pequeño no.

Desde hace algunos años, tenía la intención de hacer un proyecto con este tema, pero no sabía por dónde empezar. Lo que hice fue aprovechar que pasé el inicio de la cuarentena (4 meses) en el rancho de mi abuelo y salí a tomar fotos de los caballos. Un día, la presa (en la que murió Fernando) apareció pintada de rojo, parecía sangre (después descubrí que era una especie de alga la que lo pintaba de ese color), pero le tomé foto, pues me pareció una coincidencia muy extraña.

También fotografié el altar dedicado a Fernando, que se encuentra al lado de la presa, y estuve en contacto con sus hijos, los cuales me platicaron acerca de su papá (sobre todo la hija mayor). El niño que sale al final es el hijo menor de Fernando, montando a caballo, y el sonido que se escucha es el que hacemos con la boca para indicarle al caballo que siga caminando. Edité de esa forma el video, pues me pareció una manera de decir “la vida sigue”.

El hilo conductor del video es el caballo, como un símbolo de la ambivalencia inherente a la vida, pues siempre que una (o) se sube al caballo, corre el riesgo tanto de vivir un momento de plenitud como de morir (y todo lo que existe en medio de estos dos extremos).

Para hacer este video usé fotos familiares, fotos tomadas por mí y sonidos del ambiente en el que me encuentro actualmente.

*Recomiendo usar audífonos para escuchar el audio. Los sonidos son muy sutiles.

**Los caballos son animales muy sensibles, y si se asustan por algo que ven o escuchan (puede ser una yegua, otro animal, o incluso el agua), pueden reparar y tirar al jinete.